*El Susurro del Colibrí* En el jardín donde el sol despierta, un colibrí danza entre luces y flores, su vuelo es un susurro que la vida alerta, como un canto ligero que trae nuevos amores.*El Susurro del Colibrí* En el jardín donde el sol despierta, un colibrí danza entre luces y flores, su vuelo es un susurro que la vida alerta, como un canto ligero que trae nuevos amores.

Castilla y León informa.

En el jardín donde el sol despierta,
un colibrí danza entre luces y flores,
su vuelo es un susurro que la vida alerta,
como un canto ligero que trae nuevos amores.

Con alas de joyas, de esmeralda y zafiro,
flota en el aire, cual destello fugaz,
del néctar que busca, su amor es el giro,
una caricia dulce que nunca es fugaz.

Bailarín de la brisa, trazos en el viento,
su presencia encierra un secreto sutil,
cada movimiento es un verso, un momento,
y en su breve existencia, es eterno el perfil.

Sus ojos profundos, espejos del anhelo,
reflejan la esencia de un mundo encantado,
cada flor es su refugio, su cálido suelo,
donde el tiempo se detiene, donde el alma ha cantado.

Cuando el día se asoma, y el rocío despierta,
el colibrí vuela con ritmo sereno,
susurra en las flores, la vida se ensierta,
y en su danza ligera, el amor es pleno.

Es testigo silente de amores escondidos,
de corazones que laten en susurros callados,
y en el roce de alas dibuja los bríos
de un deseo que nace, siempre renovado.

A medida que cae la luz en el cielo,
y las sombras se visten de suave candor,
el colibrí descansa en el último anhelo,
guardando en su pecho la fragancia del amor.

Así, en su vuelo, encuentra el equilibrio,
entre el día y la noche, entre el ser y el soñar,
un susurro divino que brota del lirio,
en el arte perfecto de saber amar.

El colibrí, pequeño y grande a la vez,
es mensajero de sueños, de vida y de paz,
un eco que resuena en cada amanecer,
recordándonos siempre que el amor es fugaz.
Por: Wendy Santiago

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