España:
La llegada de las redes sociales transformó profundamente el acceso y la difusión de la información, permitiendo una ruptura con el modelo tradicional que concentraba en pocas manos la decisión de qué era importante publicar. Durante mucho tiempo, editoriales, columnas de opinión y análisis periodísticos ejercieron un gran control e influencia sobre las decisiones públicas, otorgando un poder inmenso a quienes definían las corrientes informativas.
Hoy en día, el panorama ha cambiado. Cualquier ciudadano puede convertirse en creador de tendencias virales, logrando un alcance e impacto que muchas veces supera a los medios tradicionales. Sin embargo, esta democratización de la información también ha traído consigo nuevos desafíos, como la proliferación de noticias falsas, que afectan la percepción pública y generan distorsiones sobre lo que se presenta como información verídica.
Este fenómeno ha llevado a algunos creadores de contenido, especialmente en redes sociales, a confundir la cantidad de seguidores con credibilidad. Aunque logren influir en ciertos segmentos, esta confusión solo refuerza el ego de los llamados influencers, quienes muchas veces no diferencian entre opinión pública y publicada.
Sin embargo, las audiencias poseen un instinto crítico que no debe subestimarse. Los contenidos banales pueden generar entretenimiento y likes, pero las opiniones bien fundamentadas y expresadas por especialistas gozan de un mayor respeto y consideración.
En definitiva, la expansión del acceso a la información es un logro notable que las redes sociales han hecho posible. No obstante, será necesario implementar una legislación adecuada que, sin restringir libertades, garantice la seguridad jurídica en el manejo de la información y proteja su integridad.
Por: Guido Gómez Mazara